Durante muchos muchos años he dicho que no me gustaba el género de la ciencia ficción. Durante muchos años he pensado que la ciencia ficción eran aliens, máquinas rarunas, explicaciones científicas incomprensibles y portadas horrorosas. Sí, las portadas horrorosas eran un obstáculo importante entre la ciencia ficción y yo, y más aún en la era "pre-bloggers/youtubers". Ahora puedo llegar a fijarme en un libro que a priori no me entre por los ojos a base de escuchar reseñas fantásticas de bloggers/youtubers que me gustan. Antes, yo iba a la librería y veía un libro de aliens con una portada como la que tenéis a la derecha (la portada fea de este mismo título) y no lo tocaba ni con un palo.
Sin embargo, recientemente he descubierto que me gusta la ciencia ficción y que en realidad me ha gustado siempre. No, no me gusta Star Wars ni Star Trek (he visto alguna película y me dan mucha pereza), y me dan miedo los libros de ciencia ficción dura que se centran en explicaciones científicas complejas o rocambolescas (aunque quizá me gustaran si intentará leerlos), pero la ciencia ficción es mucho más que esto, como demuestra el libro del que os voy a hablar hoy.
Según Wikipedia hay tres grandes subgéneros dentro de la ciencia ficción: la ciencia ficción dura que se centra en la ciencia en sí, la ciencia ficción blanda que se centra más en los personajes, y la ciencia ficción social que especula sobre el futuro de la sociedad humana. Y los dos últimos encajan perfectamente en "mi estilo de lectura". Me gustan mucho los libros que se centran en el análisis de personajes complejos y en el análisis de la sociedad, y en este sentido la ciencia ficción da juego a hacer reflexiones super interesantes. Las distopías son ciencia ficción. Las ucronías, versiones alternativas de la historia, son ciencia ficción. E incluso libros como este, que se centra en la vida de un grupo mixto de humanos y alienígenas en el espacio (space opera se llama el subgénero), pueden ir mucho más allá de las batallitas espaciales a las que yo pensaba erróneamente que se limitaba este género.
Ahora que ya os he vendido el género, os voy a vender la novela. "The long way to a small angry planet" transcurre en una nave espacial con siete tripulantes y una misión: hacer rutas interespaciales a través de agujeros espacio-temporales. El tema de estos agujeros es la parte más científica, pero esta explicada de tal manera que no te pierdas nada relevante de la trama aunque no lo entiendas científicamente. De hecho, es una historia de personajes, pero ambientada en un escenario futurista. El peso de la trama recae en el análisis del pasado y el presente de cada uno de esos tripulantes, y en las relaciones que se establecen entre ellos. Y dejadme que os diga que es uno de los conjuntos de personajes más genial que me he encontrado en mucho tiempo.
Una de las genialidades de esta novela es la diversidad de personajes y razas que ha creado la autora. Los humanos son una raza menor dentro de todo el conjunto de "razas inteligentes" de diferentes orígenes planetarios que comparten un espacio común. Todas las razas mantienen ciertos rasgos comunes mínimos; por ejemplo, todas necesitan agua, oxígeno y alimento para sobrevivir. Sin embargo, su variedad en cuanto a su apariencia física, sus costumbres, sus comportamientos sociales o sus formas de comunicación son infinitas. Sin embargo, han aprendido a convivir y esa pequeña tripulación es una auténtica familia. Toda la historia deprende un mensaje muy fuerte sobre aprender a aceptar la diversidad. ¿Sólo por eso son interesantes? No, son personajes muy bien construidos y con muchos matices; con un desarrollo, una historia personal y unos conflictos internos interesantes en todos los casos.
Ha habido un detalle que me ha llamado especialmente la atención en la construcción de los diferentes personajes: el tratamiento del género y las relaciones . Es un tema que ahora mismo está bastante de moda, pero rara vez encontramos tanta diversidad tratada con tanta naturalidad. Los humanos nacen siendo masculinos o femeninos y son fundamentalmente monógamos. Sin embargo, en la amplia variedad de razas del universo tenemos personajes que cambian de género a lo largo de su vida o que son de género indeterminados, razas polígamas o que no consideran el sexo algo más privado que darse un beso, relaciones heteresexuales y homosexuales... Y lo genial es que son detalles secundarios a los que no se les da más importancia dentro del universo tan rico que ha creado la autora.
Centrémonos ahora en ese universo. Si no sois nuevos por aquí, ya sabréis que una de las cosas que más valoro en un libro es un buen worldbuilding. Como buena aficcionada a la fantasia que he sido siempre, me quito el sombrero ante cualquier autor que consiga crear un "mundo ficticio" complejo y bien construido en el que te puedas sumergir. Y Becky Chambers lo ha hecho genial. No sólo ha construido toda una sociedad futurista conformada por distintas razas, sino que se ha preocupado por dotar a cada una de ellas de una historia, un funcionamiento y unas costumbres propias. Y en la descripción de cada una de ellas podemos encontrar comentarios sobre el funcionamiento de nuestra sociedad bastante interesantes (por ejemplo, sobre las guerras).
En definitiva, no es la clásica historia de ciencia ficción de aventuras en el espacio. No busques un derroche de acción en este libro, pero si disfrutas de un buen worldbuiling y del análisis de personajes y comportamientos sociales, no lo puedes dejar escapar.
The long way to a small angry planet se ha convertido en uno de mis libros favoritos de ciencia ficción. Se trata de una historia de personajes ambientada en un escenario espacial futurista excepcionalmente bien desarrollado. ¡Tenéis que leerlo!